Me despierto a las 5 de la mañana
y, a pesar de haber dormido 4 horas, tengo mucha energía. Con el lío del día
anterior, con la cabeza en otras historias, me encuentro repasando la maleta sin
darme cuenta aún de que es el día de partir a aquél voluntariado que había
organizado a penas hacía un mes.
Prepararnos, coger el coche,
despedida en el aeropuerto…. Y paso el control y les pierdo de vista. Me quedo
sola, respiro hondo; allá vamos. Andar hacia la zona W, encontrar la puerta,
pasar mi primer control de pasaporte y 2 horas de vuelo.
Al fin en mi destino, aeropuerto
de Marrakech. No sé el porqué, pero me esperaba algo más de aeropuerto. Sólo
dos paraditas para comprar tarjetas SIM y otra más para el intercambio de
moneda. Bien… Necesitaba algo de información para saber dónde ir.
Cabe destacar que quería ir a la
cuidad de Marrakech y visitarla durante la mañana, y luego coger un autocar
dirección Azrou. Pero poca idea tenía de cómo moverme de un sitio a otro, e
incluso de cómo moverme por dentro de la cuidad. Poca información vi por
internet, y poco tiempo tuve los días anteriores para investigar realmente a
fondo.
Así que nada, no me queda otra
que acercarme a los taxis (los precios están marcados en un cartel, era lo más
destacado que leí en internet). Pero no me sé la dirección exacta a dónde
quiero ir, no se están mucho a entenderme y su modo de comercial intenso me
pone nerviosa. Así que paso, y camino hacia un autobús dónde por suerte me
entienden. Increíble el conductor; hablándome en español, recomendándome dónde
bajar y que autobuses coger luego para ir a las estaciones de autocares que
hacían viajes más largos. Todo apuntado y con un minimapa.
Seguí sus consejos y me encuentro
en lo que parece ser la plaza principal (que algo me había comentado ya algún
amigo de este sitio antes de partir). Rodeada de coches, motocicletas,
bicicletas, peatones… entrelazándose como si nada allí en medio. A un lado unos
30 carruajes de caballos y flores con sus respectivos dueños intentando llamar
tu atención para que te des una vuelta. Algún encantador de serpientes, aunque
parece que pocos y con poca actividad. Creo que no hay mucho ambiente a causa
del Ramadán.
Sigo andando con mi súper
mochilón y mi cara de guiri total. Me adentro por las callejuelas, preciosas,
con poca gente y algunos tenderetes abiertos con todas las cosas saliendo al
centro de la calle como si te quisieran envolver. Un mundo totalmente diferente
en el cual te vas introduciendo lentamente sin darte cuenta.
Cansada del peso de la maleta me
senté en un banco envuelto de jardines. Muchas personas descansaban también en
las zonas con sombra; la mayoría callados, mirando, dejando el tiempo pasar.
Creo que aquí el estrés no existe.
Pero toca irse a Azrou. Así que
sigo los consejos y cojo un autobús, con más o menos problemas, y llego a una
estación de autocares de larga distancia. Allí pregunto, y parece que en esa
estación no me pueden llevar. Pero me indican perfecto para ir a otra estación
dónde supuestamente sí que hay.
Ando unos 20-25 minutos bajo el
Sol. Menos mal que ya sabía el tiempo que tardaba y realmente me apetecía la
caminata.
Al llagar había una para de taxis
en la entrada; con lo que uno de ellos, de tantos, se me acercó a preguntar si
me llevaba. Pero acabó acompañándome e indicándome a que autocar ir, hablando
él con todos los que tenía que hablar y yo detrás siguiéndole. Así que ya me fue
bien. Me pidió propina por las molestias, cómo no, ya me lo esperaba claro.
Pero lo di a gusto porque me había solucionado el problema (aunque creo que
realmente me metió en el autocar que no iba directo, y di rodeo).
Son así, te hacen algún favor y
luego te piden dinero por ello. Comercian a lo bestia y sin que te enteres. Por
cierto, me olvidaba. Me pasó algo del estilo por las calles de Marrakech. A
parte de que agobia, al menos a mí, que te estén llamando de todos lados para
que les prestes atención y compres… Hay que conocerlos y verlos venir también de
otras maneras.
Un chico me pidió que le hiciera
una fotografía a él, porque me vio con la cámara. Directamente ya pensé que
luego me pediría dinero, que ya iba avisada yo. Pero accedí, ya que me daba
reparo hacer fotos a la gente de allí sin
preguntar y a de más llevaba una pintas impresionantes (que ya lo haría
a posta). Efectivamente, acabé pagando 20 dirhams (2 euros, porque no tenía más
pequeño). Aunque esto también me dio para ver perfectamente el papel de enfadados
en el que se meten de vez en cuando para intentar sacar dinero; de aquí
saldrían buenos actores.
La cuestión está en que me vio
que tenía un billete de 50 dirhams (5 euros), y me lo pidió enfadado como si se
lo mereciera. Pero después de unos segundos, de yo insistir que no, ya nada. El
enfado desaparece tan rápido como aparece. Lo gracioso fue que me había
olvidado de poner la tarjeta SD. Así que me gasté 20 dirhams en una foto
imaginaria, más alguna foto suelta que no se guardó; por suerte poca cosa.
Bueno, continúo con el viaje.
Duermo un poco en el autocar. Y me despierto de tal manera que en unos minutos
breves llegamos a la estación final de autocares. Pero yo no lo sé, y me quedo sola
allí dentro. Era una hora que no me cuadraba como para haber hecho ya todo el
trayecto, así que espero unos segundos. De repente el conductor me llama con
gestos (único idioma de comunicación), cogemos mis cosas y; mientras seguía medio
dormida y no entendía nada; entramos en una estación de autocares.
El hombre palabrea con otro
hombre mientras intercambiaban dinero, y yo sólo logro captar la palabra “Azrou”.
Así que me señala y me manda seguir al otro hombre. Aquí viene el punto en el
cual me acuerdo de una broma que me hizo un amigo; que me iban a cambiar por
camellos. Me reí por dentro por la similitud de la situación, pero muy
tranquila tampoco estaba.
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