miércoles, 20 de julio de 2016

Día 1. Segunda parte. Marruecos 2016.

[Primera parte:  http://lauraflixdiez.blogspot.com.es/2016/07/dia-1-primera-parte-marruecos-2016.html]


   Subo a otro autocar diferente, donde me mandan. Y un chico se sienta a mi lado y me empieza a hablar en inglés. Por fin un idioma en común con alguien. Me dijo que llegaríamos a Azrou en unas dos horas, que caía sobre las 7. Perfecto, la hora que había calculado yo inicialmente al subirme al primer autocar. Así que envié un mensaje para que me recogieran a esa hora.

   Continuamos en una conversación muy agradable e interesante; pero se bajó antes y me quedé otra vez sola. Y llegaron las 7. Y no llegábamos a Azrou. Y me quedé sin batería en el móvil para poder comunicarme; momento ideal. Por suerte me dio por apuntar los teléfonos de las personas de referencia en un papel cuando me quedaba poca batería.

   Un hombre me ayudó, hablando también en inglés, me dejó su teléfono para intentar llamar. Pero parecía que los números no iban, lo intentamos y reintentamos, pero nada. En uno de los intentos me pasó el teléfono. Al otro lado me hablaron ofreciéndome casa para dormir y cenar en Azrou, pero eso no era lo que yo quería. Un amigo del chico me estaba ofreciendo hospitalidad, parece ser que es bastante habitual.

   A esto, iban pasando los minutos y yo me iba poniendo cada vez más nerviosa. Sola, en un país tan diferente, sin poderme comunicar con la mayoría de gente por el idioma, sin saber exactamente si habían recibido mi mensaje inicial o no, sin saber quien me esperaba (i es que había alguien) en Azrou, y sin saber cuándo tenía que bajarme de aquél autocar sin aire acondicionado  y con un exterior cada vez más oscuro.

   Encima va y nos paramos a hacer el desayuno del Ramadán. Así que se alargó más con una parada de unos 20-30 minutos. Dónde me ofrecían de comer y me miraban raro por no aceptarlo; que yo ya iba bien servida de algún bocadillo durante la tarde.

   Unos cuantos kilómetros más… Al fin veo un cartel con la palabra Azrou. Pero aquí no acaba la cosa. No me bajé en la siguiente parada porqué un hombre mayor me dijo que esa no era. Pero sí que era. Por suerte revisaron los tikets (de las pocas veces en todo el viaje), y en ese momento sí que el hombre empezó a decirme que me tenía que bajar. Cabe destacar que me dijo que no me tapara el pelo cuando me estaba poniendo un pañuelo en el cuello durante el viaje. Entre esa y alguna otra actitud llegué a la conclusión de que era “un viejo verde”, punto.

   Así que el autocar volvió a parar algo pasado la parada de buses para que yo me bajara. El problema era que yo había quedado en la misma y no sabía dónde estaba; ni siquiera sabía dónde estaba yo.
Así que caminé en la dirección de la cual venía el autocar. Pero finalmente decidí pedir ayuda. Necesité parar a una familia entera para poder entenderme con alguien; y no eran pocos. Ya que estaba probé otra vez el comodín de la llamada. Porque claro… Eran las 9:15 y no sabía si habría alguien esperándome.

   Esta vez, no sé porqué, uno de los números funcionó y me pude comunicar. Me dijeron que en 10-15 minutos estarían allí. Por fin. Pero que a ver si el chico del móvil prestado se podía quedar unos minutos. Aceptó a quedarse 5 minutos… Que por suerte no fueron necesarios.

   Solo entrar a la estación escucho mi nombre a la espalda. Felicidad máxima.

   Le di las gracias al chico que se iba a esperar conmigo, y pedí perdón al que había estado esperando. La verdad es que muchas personas me ayudaron en ese primer día, un buen comienzo.

   Esperamos unos minutos más hasta reunirnos con algunas personas más… ¡Y para la casa! Allí me habían guardado un poquito de cena típica, buenísima. Me encantó la imagen del saludo de todas las chicas en la habitación con mil literas y todas organizando sus cosas.


   Escogí mi litera. Por fin había llegado. Una súper experiencia de día. Y esto era sólo el principio. 

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