martes, 23 de agosto de 2016

Día 7. Marruecos 2016.

   Hoy estoy de Ramadán. La cena de anoche fue genial; en un restaurante muy bonito, aunque bastante europeizado para lo que me hubiera gustado realmente. Venimos aquí para meternos en la cultura, ¿o no?

   La vuelta a casa mágica sin parar de cantar jugando al furor (que aún seguimos a medias en una partida, y que conste que voy ganando jaja), cantando también a grito pelado la música que sonaba en la furgoneta, sacando la cabeza por la ventana y dando golpes al techo; cada una más loca que la anterior. Y como fondo de la estampa un cielo a rebosar de estrellas.

   Llegamos a casa. Esperamos a que fueran las 2 de la noche para empezar a hacer la última cena del día; con la puntualidad que me esperaba… vamos, que más tarde de las 2 empezamos. Pero teníamos hasta el rezo de las 3 para comer y beber. 

   Finalmente cinco de las chicas decidimos hacer Ramadán. Pero una de ellas prefirió dormir antes que comer; así que fuimos cuatro chicas, medio dormidas y sin hambre, sentadas alrededor de la mesa con ellos, cuatro chicos de allí que parecía que conociéramos de toda la vida. Con la mano derecha, a comer directamente del Tajín (no con la izquierda, ¡eh!). Acabando a reventar, que ni siquiera pude con la sandia de postre. Bebiendo litros de agua; y cuando ya habíamos agotado existencias saltan: “Mejor que no bebáis mucho que luego se tiene más sed”. Muchas gracias… Un poco tarde.

   Despertar. Lo malo para mí fue juntar el acostarse con la barriga a reventar y el haber dormido poco. Estaba modo resaca con la boca seca y dolor de cabeza. Era una sensación muy parecida a la de después de un día fuerte de fiesta, pero sin poder beber agua.

(Ahora que estoy pasando mis anotaciones al ordenador estoy segura que si lo volviera a hacer no comería ni bebería tanto el día de antes; incluso a lo mejor me iba a dormir sin hacer la última cena. Levantarse tan pronto… yo necesito mis horas de sueño.)

   Por suerte, el hecho de no tener que desayunar nos daba unos minutos más en la cama. Pero en poco rato, ¡a por el proyecto! En este ha habido poca actividad; que casi peor porque me entraba más sueño. Pero bueno, mi genial compañera ha tenido una genial idea y entre las dos hemos empezado a desarrollarla. Crearemos material a partir de cartón y pintura, y les enseñaremos un poquito sobre el método Perfetti; que parece que aquí no lo desarrollan. Ya están hechos los bocetos.


   Lo mejor del día… Haber dormido  el rato de la comida más el rato de siesta, y me he despertado como nueva. Todo había sido mala noche; eso sí, sigo con la boca seca. 
Imagen de la pizarra que cada día nos alegraba con una frase diferente, distinta, que salía del interior de cada una de nosotras. Aportando nuestro granito de arena a la motivación general del grupo. Y dando un punto de vista del mundo único y personal.